Embajadora, Aquí Nos Cuidamos
Participante, Laboratorio de Ciencia Comunitaria (CienciaCoLab)
Mirta Colón Pellecier es una mujer decidida. Dice que eso lo aprendió en su casa, que era un hogar matriarcal. Nacida en Chicago, Illinois y criada en Puerto Rico, Mirta se destaca por su empatía y sensibilidad hacia las necesidades de quienes le rodean, cualidades inspiradas por su progenitora y un señor de su comunidad.
Cuando tenía 4 o 5 años, hubo un incendio de madrugada en el edificio al lado de su hogar en Santurce, probablemente como consecuencia de una explosión de gas. Mirta recuerda que su mamá, luego de trasladarlos a ella y a sus cuatro hermanos a un lugar seguro, fue a recibir a las personas que aquel señor de la comunidad sacaba del edificio en llamas.
“El señor muere luego de sacar la última persona. Él viene cargando con sus brazos a una señora, se la entrega a mi mamá y ahí mismo en las escaleras cae”, revive Mirta. La experiencia de ver a ese señor arriesgar su vida para proteger a las personas que vivían allí, más las múltiples veces en las que su mamá ayudó a gente en su comunidad, dejó una marca y un deseo de servir en Mirta.
Vocación temprana de servir
Uno de sus primeros trabajos fue en una escuela cerca a la suya, que enseñaba a niños con diversidad funcional. Desde entonces, Mirta tuvo muy claro que quería ir a la universidad a estudiar trabajo social.
Mientras estaba en la escuela superior quedó embarazada de su primer hijo. Aunque las presiones sociales y familiares la obligaron a casarse, Mirta nunca desistió de sus sueños. Comenzó sus estudios en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, porque según ella “nadie puede quitarte tu conocimiento y lo que te va a hacer libre es precisamente esa educación”. Completó su bachillerato y realizó su práctica de trabajo social en la Administración de Corrección en Río Piedras.
Una vez graduada, Mirta recibió una oferta de empleo como bibliotecaria en una institución para jóvenes de 18 a 21 años que no podían estar en las instituciones penales para adultos. Ella aceptó la oferta, con la esperanza que en algún momento surgiera un puesto de trabajo social. “¿Qué sabía yo de bibliotecas? Pero acepté, me capacitaron y llegué a recibir un reconocimiento como la mejor bibliotecaria en instituciones penales de Puerto Rico”, recuerda con alegría.
Regreso al servicio comunitario
Era 1998, varios días después del huracán George, Mirta se encontraba en una fila de servicios para los damnificados desde las 4:00 a.m. Allí, los ánimos se intensificaron y el personal de la guardia civil amenazó con detener los servicios. “Lo único que pensaba era que en mi casa estaban mis hijos con mi hermano y que llevaba tantas horas esperando. Así que me paré allí y les dije ‘Todos aquí estamos porque necesitamos. Yo dejé a mis hijos en mi casa y no vamos a perder la oportunidad porque a algunos les dé la gana, entre otras palabritas que utilicé”, rememora. Acto seguido, la fila se calmó, y los oficiales le pidieron que los asistiera a completar solicitudes para recibir $500 en ayudas del Municipio de San Juan. Ella aceptó y durante dos semanas, como voluntaria Mirta llevaba las solicitudes de casa en casa con quinqué en mano para ayudar a personas que, por situaciones de salud, no podían salir a hacer la gestión.
A raíz de ese trabajo voluntario, le ofrecieron un puesto como trabajadora social. Dos años después comenzó a trabajar con personas sentenciadas a más de 50 años de prisión por crímenes graves. Parte de su labor se enfocó en buscar justicia y dignidad para las personas encarceladas ante situaciones como la denegación de visitas de familiares.
Las Gladiolas Vive y Renace
En 2006, cinco años después de que Mirta se mudara al Residencial Las Gladiolas en Hato Rey, comenzaron los rumores de que la Administración de Vivienda Pública se aprestaba a implosionarlo. En respuesta a esta amenaza de ser desplazados, Mirta y otros residentes crearon la Asociación de Residentes Gladiolas Vive. El caso llegó hasta el tribunal del Primer Circuito de Apelaciones de Boston.
Aunque no lograron detener la destrucción de Las Gladiolas, los residentes nuevamente se organizaron bajo la Asociación de Residentes Gladiolas Renace, para apoyar a las familias que buscaban retornar lo que fue su hogar. De 668 unidades que tenía el Residencial Las Gladiolas, la nueva fase, un complejo de vivienda de ingresos mixtos llamado Renaissance Square, solo contaba con 140 unidades y por ende, no todo el mundo pudo asegurar su espacio. Solamente 15 de los residentes originales lograron prevalecer. Sin embargo, eso fue una victoria, porque no se esperaba que ninguno de los inquilinos de Las Gladiolas pudiera regresar.
Motivados por lo sucedido, Mirta y sus colegas crearon la Coalición de Residentes de Vivienda Pública del Área Metropolitana (CRVPAM). CRVPAM capacita a líderes de los residenciales públicos del área metropolitana para que a su vez eduquen y apoyen a los residentes de sus comunidades a luchar por sus derechos. El grupo además aboga por proyectos de ley dirigidos a mejorar la calidad de vida de sus comunidades y provee diferentes tipos de apoyo, como la distribución de alimentos.
Respuesta ante la pandemia
Durante la pandemia, Mirta observó que la desinformación tuvo un impacto negativo en su comunidad, pues prevenía que las personas adoptaran conductas saludables para protegerse en contra del coronavirus. Luego de asistir a un foro virtual sobre la colección de Aquí Nos Cuidamos de Ciencia Puerto Rico, que contiene cientos de piezas educativas gratuitas sobre la prevención de COVID-19, Mirta se motivó a solicitar al Programa de Embajadores Comunitarios del proyecto para recibir información correcta y confiable que a su vez compartiría.
Mirta reconoce que la capacitación que recibió mediante Aquí Nos Cuidamos ha sido fundamental para su gestión comunitaria, sobre todo para orientar a las personas. A pesar de no poder salir a la calle por sus condiciones de salud, llamaba a compañeros, vecinos, lideresas y líderes comunitarios por teléfono para aclarar sus dudas sobre COVID-19.
Mirta confiesa que, como tantas otras personas, al principio no quería vacunarse porque tenía dudas. Sin embargo, gracias a la información que obtuvo mediante Aquí Nos Cuidamos y otras fuentes científicas y confiables, cambió de opinión y se vacunó. Dice que lo mismo ocurrió con personas en su comunidad. Por eso hace hincapié sobre el valor de estos esfuerzos educativos de base comunitaria.
La ciencia y la prevención como herramientas para el bienestar
Mirta, además de ser defensora de los derechos de vivienda y trabajadora social de profesión, es activista por los derechos de las personas con diversidad funcional y los adultos mayores. Precisamente, su proyecto como participante del Laboratorio de Ciencia Comunitaria (CienciaCoLab), se enfocó en educar a los adultos mayores en su comunidad en temas de salud, seguridad, prevención y vivienda.
El 28% de la población de Puerto Rico es mayor de 60 años, según el Departamento de Salud. Los adultos mayores enfrentan brechas en la información y la tecnología, muchos de ellos viven solos, experimentan abandono, inseguridad alimentaria y de vivienda. A través de CienciaCoLab, Mirta realizó una serie de talleres para proveer herramientas, capacitación y alternativas para mejorar la calidad de vida de los adultos mayores en el condominio Renaissance Square. Estos culminaron en una “Feria de Servicios para Adultos Mayores” que se celebró el 15 de diciembre de 2023. Dado el éxito del esfuerzo, Mirta estará realizando talleres adicionales en 2024.
Sobre el porqué de su proyecto, Mirta dice que “desde nuestra comunidad buscamos no solo visibilizar la situación y problemas que enfrentamos los adultos mayores, sino que también buscamos crear los espacios y ofrecer las alternativas para que cada uno de nosotros viva como merece”.